El amor sin ternura es puro afán de dominio y de auto afirmación hasta lo destructivo. La ternura sin amor es sensiblería blanda incapaz de crear nada.

Fernando Savater



jueves, 14 de julio de 2011

Descarguitas sabrosas....


De el ritmo, la gozadera, la risa y la melodía......Dentro del género, de lo mas rico de mi Cuba!!!
A gozar la descarguita. Por cierto este domingo en directo en Valencia, pallá vamos mi loco y yo, los primeritos de la fila jajaajaja.

miércoles, 13 de julio de 2011

Un cuento para dormir...

Cada día era mas y mas largo, tan solo le reconfortaba el propio eco de su voz, le alentaba saber que contaba con él, que jamás le fallaría, que el abandono no entraba en su pequeño y peculiar diccionario. Conocía sus secretos, cada ínfimo rincón de su ser, y aún así seguía a su lado.
Era sin duda su compañía perfecta, aquel a quien acudir en cualquier momento de desaliento, de atormentada locura, de serenidad, de alegría, siempre atendía, siempre escuchaba, y como respuesta...un cálido silencio, no hacia falta más. Pero aun así continuaba ese perturbante y molesto ruido, el sonido que le hacía regresar a la realidad, las teclas, siempre escuchaba esas teclas, en los momentos que requería paz, amor, una mirada de consuelo, solo tenía teclas, eran como el abrigo de la furia, el hermano de la soledad, un manto que envolvía su tan ansiado reposo.
Mientras tanto no conocía refugio alguno, ni podía escapar a su captor, estaba unido a él a sangre y fuego, era una unión inquebrantable, tanto así que no había diferencia ni separación entre la angustia de su presencia y el descanso de su ausencia, era todo uno, un amor demente, un cariño hueco, una verdad coloreada al antojo de un invidente caprichoso, era la pasión y el delirio.
Y todo seguía igual, cada día mas y mas largo, y esas malditas teclas, pero seguía acompañado por él.....por su silencio, su inmortal guardián, su valioso tesoro lleno de sonrisas queridas, de afirmaciones imaginarias y coincidencias inventadas, su silencio inseparable, su arrullo. Junto a él vivía toda clase de momentos, reía susurrando una anécdota graciosa, lloraba lamentando sus errores, tan solo con él reconocía sus fallos, rectificaba decisiones y bendecía fantasmas....y de fondo  esas teclas condenadas que le traían a la memoria su realidad, esa que hablaba de su unión, de su promesa, de la agonía de no poder fundir su amado silencio con su apasionado tormento, de no ser capaz de acariciar esas teclas junto a él una vez, de hacer coincidir sus pupilas por un instante y rodeados de nada llegar a sentir.
Todo seguía igual, cada día mas y mas largo, y ni él, ni las teclas, ni el silencio desaparecieron...