El amor sin ternura es puro afán de dominio y de auto afirmación hasta lo destructivo. La ternura sin amor es sensiblería blanda incapaz de crear nada.

Fernando Savater



jueves, 27 de noviembre de 2014

Tanteando...


Conversaban las almas:


-Hace falta un plan -dijo suavemente-, es imprescindible.

-Pues yo no lo veo así, ando con ambos pies, tanteando el terreno, o bueno ¡qué leches! pisando por donde voy sin necesidad de que esté marcado.

-Siempre haces lo mismo, eres incorregible, y lo peor es que luego te flagelarás al respecto, lo sabes.

-Bueno, tal vez tengas razón, ¿sabes? hace falta un plan -entre risas.

-Pues ponte a ello.

-Sí, ¡venga! saca papel y lápiz.



Y así... sin dobleces ni adivinanzas, comenzó a dibujar el mapa de su presente.








Historias.

A veces acaban tan rápido que ni aprecias que hubieran pasado cien años entre esfuerzo y decepción, otras dejan un recuerdo de inocencia y demencia dulce, otras ni siquiera con concentración las logras ubicar, como en los libros vienen y van entre personajes, situaciones, pasos y avances. 
No acabo de tener demasiado claro el concepto de acierto y error, sinceramente creo que las historias están formadas de tantos capítulos y secuelas que se hace harto complicado entonar una melodía acorde con cada pasaje, se convierte todo en una mezcla a lo 'masa de pastel' que tras hornearla durante horas puede quedar esponjosa o hecha una verdadera birria. Teniendo en cuenta que durante el recorrido puedes leer infinidad de novelas, elegir un género también se vuelve difícil, nuestro ánimo y estado varían, nuestros conceptos, prioridades, gustos, pareceres; lo que no cambia, o al menos no debería hacerlo en la mayoría de casos (otros lo necesitan con urgencia, premura y gravedad), es la esencia, esa que hace de nosotros un 'nosotros', único e irrepetible, aunque copiemos patrones, nos influya el entorno, el acervo cultural, los tormentos y tormentas mentales y un sinfín de diminutos detalles consentidos o sorprendentes. 
Se entiende que la base de quiénes y cómo somos, eso que nos define, eso que no podemos ocultar por mucho tiempo -aunque hay verdaderos casos de interpretación digna de Oscar- debe ser la carta de presentación a la hora de comenzar una historia, como una sinopsis de lo que puede acontecer, bueno y malo, para así no hacer 'spoiler' ni adelantar acontecimientos, pero tampoco embarcar a alguien en una aventura creada desde fantasías y falacias, comunes o intrincadas.
Acierto o error, bueno... la verdad no se trata de eso, sino de terminar el libro y decidir si volver a leerlo, recomendarlo, o por el contrario enterrarlo en la estantería de los 'cuentos saldados', también podrían quemarse, pero bien es sabido que no deben arder las letras, es mejor dejarlas ahí, para que caigan en el olvido o en otras manos que quizá tengan escalas o esencias diferentes y anhelen una novela de aventuras místicas y dudosa veracidad. 
Al fin y al cabo todos elegimos qué leer... y qué olvidar.




lunes, 24 de noviembre de 2014

Tiempo de brujas.

Tres de la mañana, hora de apartar sábanas blancas con cadenas y sombras sobre las almas.
Tres de la mañana, tiempo de acudir a musas preñadas y liberar nómadas neuronas de la nada.

Tres de la mañana, ¿eres tú o eres otra?... ¿eres trampa o eres hada?